VERTIGO

El día rebosaba de aromas y el sol calentaba su espacio vital. Chasqueó la lengua de aburrimiento y de apetencia. Buscó una posición estable y asentó su anatomía. No daría ni una triste moneda, por alguna posibilidad de cambio en su vida. Pero…
Hasta entonces  –sea por lo que sea, que lo es-   por mucho que le costase aceptarlo, empezaba  a sentir los pinchazos de la inestable perdida de tiempo. Sensación nauseabunda y poco práctica,  que tan solo le sirve  para aniquilar su autoestima y de paso ponerlo de mal humor. Anhela. Se pierde. Se pregunta. Se calma. Porqué no puede? Porqué él no? Y, sigue…
Su charca es… es una charca normal, bien situada y mejor comunicada; los suministros necesarios fueron y son aceptables, lo suficiente como para sobrevivir sin ahogarse totalmente. Sin embargo. Vaya.
Un amanecer atrás, otro  elemento impensado y deseado,  volvió a contaminar  las verdes y tranquilas aguas con su errática vacilación.  Desde este, y no  desde aquel; el  desasosiego se ha instalado en sus emociones, no encuentra serenidad. Ahora desgasta su lozano tiempo  en seguir con la mirada, el lento ir y venir del grácil ingrediente, parpadeando  –sí,  a veces parpadea-  con sorpresa y preguntándose cuanto tiempo más seguirá contemplándolo.   Ya no hay más metamorfosis, ya no hay otra vida. Ya no. 

De repente, alguien te desconecta del respirador y sientes que tu corazón late de nuevo.  In memory  of Frankie…  goes to Hollywood.

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