LA HORA DEL LOBO

Algunos momentos se me antojan  largos, tediosos y desapasionados. Aun falta tiempo para la oscuridad. Inmóvil y totalmente absorta en la contemplación del techo, sentí como la quietud abandonaba mi espíritu,  mi cuerpo en sintonía,  se predispuso para sentir el peso de las emociones abandonando lo cotidiano.
Avanzo lentamente entre las hojas del cercano bosque, me pierdo  entre los viejos pinos y me arrastro entre sus sonidos, no sé  porqué pero, hablan entre ellos. Los escucho. Me distraigo con los  colores,  hoy el aire no está quieto, no.  Es rápido  y  mi paladar se llena de un fuerte sabor acerado.
Poco a poco el cielo cambia de color, va perdiendo su brillo, se acerca hasta  un gris azulado,  y  se detiene esperando algo. 
Cada tanto me asusto de mi propio avance,  vuelvo la vista atrás, el maldito crujido de las hojas contra las franjas de dura tierra espolean mis sentidos, todos alerta.  Chasqueo  mi lengua.   Algo se mueve?  Solo son las sombras inquietas  de los troncos que se burlan?
Se acerca, si…

El  momento adecuado,  ese instante mágico en el que  la brisa trae consigo todos y cada uno de los olores de las presas.   Ese momento  en el cual,  podemos hacer lo que queremos ser…  La hora del LOBO.
El viento me engaña,  solo trae voces.  Todavia no. Vuelvo a casa.

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