PETIT COMITE

Abrí el correo, casi siempre lo hago. Lo leo tan sólo. No suelo responder  a esas horas, sobre todo porque no dispongo de tiempo. Incluso, a veces ni los leo. Prefiero llegar a mi casa y desde allí contestar sin apresurarme. Justamente hoy,  un e-mail llamó mi atención. Era la respuesta a mi escrito. Sinceramente, no esperaba contestación tan rápido, tal vez a la noche o mañana. Lo abrí. No debí hacerlo. En ese momento las sirenas emitían un sonido idéntico a U2, no pude resistirme. Un montón de sensaciones y sentimientos mezclados con subidas de adrenalina chisporroteaban sobre mi cabeza. Diría que si. Diría que si mis compañeros  estuviesen por allí, observarían el brillo que  de forma  alocada asomaba entre mi pelo.  Reflejos causados sin duda, por una mezcla de  sonrisas, rebote y rabia contenida. Para mi eso es un cóctel explosivo.  Deliciosamente vigorizante. Ese tipo de cócteles son para degustar sin compañía. En soledad. Tal vez en petit comité.  A pequeños sorbos lo fui paladeando. Evitaba dejar huellas de carmín en el borde del fino cristal. Demasiado. Me levante varias veces de mi sillón, atendí varias llamadas y elucubré con algún que otro presupuesto. Volvía. Una y otra vez me atrapaban sus letras. Por tercera vez  reanudé la lectura pero, no caí en la tentación de responder alocadamente, no. No.  En realidad fue toda una sorpresa. Analizado en su justa medida el texto del e-mail es  correcto, esclarecedor y muy ilustrativo. Dice más de quien lo escribe que para quien fue escrito. Si. Respondí hace unos minutos. Otro día sigo con esta historia

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